La elección del maestro

La elección del maestro

La elección del maestro 300 185 raulbaglietto

Aunque este artículo no va a versar estrictamente sobre aspectos técnicos, sí creo que puede servir de ayuda para aquellos aspirantes a aprender la técnica vocal que no tienen claro qué criterios observar a la hora de escoger a la persona con la cual estudiar. No es una elección fácil, pues cuando se es joven se carece de los conocimientos necesarios y de la experiencia para discernir lo bueno de lo malo, lo útil de inútil, lo sano de lo dañino, y así sucesivamente. Por tanto vamos a tratar de aportar algo de luz a la pregunta ¿con quién estudio?

Para comenzar la argumentación voy a hablar primero de mi experiencia personal, que si bien no es universal, sí puede aclarar bastante sobre el asunto que tratamos.

En ocasiones me he encontrado con colegas, o con estudiantes, o con otros músicos que me han preguntado, ¿tú por qué no estás haciendo una mejor carrera? La respuesta es «sencilla»: llegué demasiado tarde a la salida. Mis estudios de canto comenzaron a la edad de 18 años; por aquel entonces, y por culpa de mi juventud e ignorancia, comencé a estudiar con un profesor que al año y medio había conseguido que acabara en un foniatra, haciendo tres meses de rehabilitación vocal. A partir de ahí comencé una búsqueda que me fue llevando de un profesor a otro sin que yo supiera muy bien qué se esperaba de mi voz y cómo ésta debía sonar. Fui clasificado como tenor, pero no conseguía alcanzar los agudos con comodidad. Me aconsejaron que me dedicara al repertorio barroco, ya que no es tan exigente en los agudos, cosa que hice sin dudar, pues es una música que me fascina.

El caso es que pasé por un buen número de «maestros», algunos de ellos de reconocido prestigio internacional, y ninguno sabía cómo ayudarme a desarrollar mis agudos; todos decían aquello de «sigue trabajando bien y verás cómo vienen». Al llegar a los 37 años decidí dejar de cantar. No podía seguir sufriendo de aquella manera, sin saber nunca si los agudos iban a salir o no, con un estrés insoportable ante cada actuación, pues yo no era muy consciente de lo que hacía. Yo apoyaba (o eso creía), trataba de «colocar el sonido» delante, de no empujar, en fin, de seguir todas las frases que venía oyendo de mis «maestros», sin conseguir que esos agudos «vinieran», y pensé que veinte años esperando a que llegaran los agudos eran demasiados.

Dos años más tarde me animé a volver a estudiar, si bien por mi cuenta, y como ya no tenía ninguna ambición profesional, me divertía cantando arias de barítono. Un día me escuchó un amigo tenor y me dijo «pero tú eres …., ¿no te das cuenta de que eres barítono?» Me lo tomé a risa, pero decidí ponerme en contacto con una repertorista muy prestigiosa de Madrid, Celsa Tamayo,  para que me diera su opinión. Al escucharme me dijo: creo que tu amigo tiene razón, debes cantar de barítono, y debes estudiar con Raúl Giménez.

Sin pensarlo dos veces llamé al maestro Giménez que tras escucharme me tomó como alumno. Y así fue como a los 39 años, un maestro de canto me habló por primera vez de la cuerdas vocales. De la importancia de sentirlas y de cantar con ellas. De cómo apoyar correctamente y de cómo proyectar ese sonido bien apoyado sul fiato. A partir de ese momento comencé a cantar como bajo-barítono, cuerda en la que he podido cantar roles operísticos, cosa que antes nunca había podido y, lo más importante, comprendí en qué consistía la técnica vocal y cómo se canta.

Conference-Raul-  Raúl Giménez

Todo lo anterior me he decidido a escribirlo con la única intención de mostrar lo importante que es encontrar un buen maestro, pues de lo contrario se pueden perder años, como en mi caso, e incluso se puede perder la voz.

¿Qué parámetros debería haber conocido yo para evitar esa estrepitosa pérdida de tiempo? Vamos a tratar de enumerar los más importantes:

  1. Un maestro de canto debe ser cantante a  su vez, parece decirnos el sentido común. Y es cierto, los maestros de los que yo he aprendido algo realmente imprescindible técnicamente hablando son cantantes (aparte del citado maestro Giménez, debo nombrar a Carlos Chausson y Robert Lloyd); pero no es menos cierto que entre los maestros anteriores, que fueron más de cuatro, todos eran cantantes y, sin embargo, no me enseñaron nada realmente decisivo a nivel vocal. Por lo tanto, es imprescindible que sea cantante, pero no es garantía de éxito pedagógico. Un gran cantante no tiene por qué ser un buen maestro.
  2. Un profesor de canto es alguien que debe dedicarse con ilusión y profesionalidad a su trabajo. Debe formarse continuamente, leer el máximo número de tratados vocales que se publiquen, investigar, estudiar, sin perder el contacto con las novedades que en numerosos casos la medicina aporta al desarrollo del estudio vocal. Por tanto, desconfía de aquel «maestro» que no pueda recomendarte unos cuantos tratados de canto, que no te demuestre que los conoce y los ha leído.
  3. El buen profesor de canto no es aquel que trata de convencerte de que él es el único que sabe de lo que habla, menospreciando en muchos casos el trabajo de otros colegas, sino aquel que es capaz de demostrarte con hechos que sabe de lo que habla. Es muy importante que sepa explicarte perfectamente el funcionamiento del aparato fonador, del respiratorio y que sólo recurra a metáforas como apoyo pedagógico, no como única manera de enseñar. Las cuerdas vocales existen. Se sienten. Se manipulan para cantar. Existe el sonido fundamental, que después hay que amplificar con los resonadores, pero no se canta con los resonadores.
  4. Un maestro está obligado a conocer el repertorio que pretende enseñar, está obligado a conocer los diferentes estilos y las diferentes técnicas necesarias para abordarlos, así como a los cantantes del pasado y del presente, debe ofrecerte modelos, ejemplos de lo que él trata de enseñar.

El problema muchas veces es que cuando uno es joven no es capaz de discernir con claridad si el profesor que ha escogido resulta efectivo o no. Por eso es importante también enumerar unas cuantas cualidades que el alumno debe tener para enfrentarse a la realidad:

  1. El estudiante de canto debe ser curioso. Debe hacer el esfuerzo de conocer el mayor número de cantantes posibles, algo muy sencillo hoy día gracias a las numerosas páginas on line dedicadas a la música. Es muy frustrante, como profesor, el momento en el que quieres poner un ejemplo a un estudiante, citando a un cantante que uno considera muy famoso, y el estudiante se le queda mirando a uno como si le hubiera nombrado al defensa central suplente de la selección de Nigeria. Y en caso de que eso suceda, el alumno debe acudir en casa a escuchar a ese cantante que le fue sugerido. ¿Alguien creería posible aprender a jugar al tenis sin ver a Nadal, Federer o las Williams?
  2. El alumno debe preguntar las dudas y exigir al profesor que se las aclare. La relación con él no puede ser de confianza ciega. Si tras unos meses de trabajo conjunto (6-8) no hay evidentes resultados, es hora de cambiar de profesor.
  3. El alumno debe comprometerse consigo mismo a seguir las instrucciones que su profesor le va dando para ir  avanzando en el estudio. No son pocos los casos de estudiantes que se lamentan de que su profesor no es bueno y lo que ocurre es que nunca practican siguiendo los consejos que aquél les da. No todo profesor es útil para cualquier alumno, pero tampoco cualquier alumno es útil para todo profesor.
  4. Si el maestro te da alguna directriz que consideras extravagante, injustificada, aleatoria o simplemente disparatada, investiga si hay alguna base para ello. No son pocos los blogs que puedes encontrar en la web, así como los tratados que puedes y debes leer, para confrontar a tu maestro con otros. Hay diferentes matices según la escuela de canto seguida, pero la fisiología es una, y los casos paranormales no existen.
  5. En caso de duda tras unos meses de estudio, es bueno que muestres tus nuevas habilidades a personas de tu confianza que vayan siguiendo tu evolución. Siempre puedes encontrar buenos repertoristas que, si bien no tienen por qué saber de técnica vocal, saben perfectamente cómo un cantante debe sonar y pueden ayudarte a descubrir si tu trabajo está siendo fructífero o no.
  6. Desconfía de las críticas «bienintencionadas» que a menudo proceden de otros estudiantes u otros maestros de canto; a menudo esconden segundas intenciones. Tú y tu profesor debéis conocer perfectamente tu aparato fonador y saber en qué momento del proceso se encuentra. Opinar en una sola audición es muy fácil, y muy perjudicial casi siempre.
  7. No culpes al mundo de estar contra ti cuando los resultados no llegan. No sirve para nada. Culpar a otros, profesor incluido, es en no pocas ocasiones una manera de justificarse a uno mismo para no tener que admitir que no hizo todo lo que debía y podía para conseguir sus objetivos.
  • Contaba William E. Brown, en su fantástico libro Vocal Wisdom. Maxims of G.B. Lamperti, que en una ocasión acudió a ver a Lamperti un alumno que presumía de haber estudiado con diez grandes maestros de canto, a lo que Lamperti contestó: «te sobran nueve». No es , en efecto, positivo ir de profesor en profesor tratando de encontrar la verdad. Hay que apostar por uno que nos ofrezca confianza y, si tras un tiempo no llegan los resultados, entonces sí, buscar otro.

No hay que olvidar que lo más importante es no perder la ilusión, mantener el esfuerzo, convertir el canto en la meta, pues la carrera es algo que puede suceder o no, y que no siempre está tan en tus manos como crees; lo que sí está en tus manos es el perseverar hasta encontrar aquellos maestros que puedan guiarte a ese momento en tu vida en que digas «ahora sé cómo se canta, y sé cómo resolver los problemas que voy teniendo». Y nunca, nunca dejes de estudiar y de ser lo suficientemente humilde como para pedir consejo y opinión a otros colegas de tu confianza y a los muchos maestros que te irás encontrando (no siempre cantantes, repito) en este fantástico camino que es el estudio del canto.

4 comentarios
  • Rafael Fernández de Larrinoa octubre 1, 2015 at 7:55 am

    Muy valiente e instructivo testimonio acerca de la importancia de la perseverancia y el sentido crítico en el estudiante de canto. Ciertamente los verdaderos maestros de canto son poco abundantes y los estudiantes suelen tener la cabeza llena de pájaros. Esperemos que puedas ayudar a muchos a salir adelante. Bravo maestro!

  • No se ni como llegue aqui! Creo que estaba buscando recomendaciones de libros de tecnica vocal. Tengo 23 años y este año empece el conservatorio para violin y estoy estudiando canto lirico de forma particular con una maestra. Sin embargo, ciertas cosas no me cerraban de su metodo y este post me ayudo a aclarar el panorama.
    Tengo dos preguntas:
    ¿Tienes en version pdf alguno de los libros que nombras? donde vivo son inconseguibles.
    ¿Crees que empesar a los 23 es tarde si se planea hacer una carrera? Yo siempre cante, digamos. Tengo una voz »linda» sin de canto popular hablamos, pero en lirico apenas unos hilitos de voz.
    Tambien me siento identificada, mi profesora dice que soy soprano pero yo me siento mezzo e inclusive me siento muchisimo mas comoda cantando asi.. por eso buscare otra maestra asi me da su opinion.
    Saludos!!

    • Hola María.
      Me alegro de que el blog te sirva de algo.
      No tengo los libros en pdf, desconozco si los podrías encontrar online. En cuanto a tu edad, 23 años no es tarde ni mucho menos.
      Si algo te puedo aconsejar es que sea quien sea la persona con la que trabajes se gane tu confianza con postulados racionales sobre la técnica a trabajar, de manera que puedas estar de acuerdo con el método a seguir y formular preguntas que deben ser contestadas de forma racional, no metafórica.
      te deseo mucha suerte en tu búsqueda y ojalá consigas tus objetivos.
      Un saludo.

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